Jueves 18 de junio. Soria
22:30 h. en Café-teatro Avalon






“El jazz es una música que nace entre los negros que, desde rincones africanos, desembarcaron en las costas de América. Igual que los gitanos procedentes de India que, una vez en al campo andaluz, fundaron el flamenco. Tanto una como otra música son el resultado de un alud de sonoridades, culturas, sentimientos, tonos, modos y timbres. Surge de lo diverso, se hace uno, purifica su esencia y se expande de nuevo. Así el jazz ya es de todos, y desde las calles de Nueva Orleans suena su eco en otros sitios lejanos desde sus ritmos primigenios. Obedeciendo a su primer latido, se transforma y nos invita a unirnos a su son desde cualquier costumbre, idioma o corazón”

José Ramón Ripoll.
Colección jazz RTVE. Tete Montoliú



Valentín Iturat. Batería. – Arturo Lledó. Guitarra. – Giuliano Pereira. Saxos, flauta. – Diego Ebbeler. Piano. – Carlos Sánchez de Medina. Bajo.


Tradición y mezclas

Lo “normal” en cualquier disciplina es avanzar basándose en las influencias recibidas desde niño, si hemos de creer a
Rilke cuando dijo que la única patria de un hombre es su infancia. De manera que se dice del artista que continúa alimentándose por sus raíces que su arte “lo ha mamado” o que “lo lleva en la sangre”. Y así suele ser.

Pero el arte no es una cosa muy “normal” y se rige también por razones misteriosas que provocan poderosos polos de atracción, de manera que siempre ha habido creadores -¡y receptores!- que asimilan formas artísticas lejanas, a veces por vivir en otros países distintos del que nacieron y otras sin haberlos visitado nunca. Por ejemplo,
Joseph Conrad no escribió en polaco, su lengua materna, sino en inglés, y la obra más célebre de Vladimir Nabokov no se pensó con las palabras rusas con las que su madre le acunaba. La novela más popular del oeste la escribió un alemán que jamás vió un indio y conocía nortemérica sólo por los libros... Karl May.

En música también ocurre: nuestro desaparecido pianista
Pepe Torres revoloteará en el concierto de Jazz around Brazil, donde tiene muchos amigos. Él también se empapaba de influencias del cono sur americano (y de muchas otras), sin haber estado nunca allí, o simplemente se le aparecían ideas musicales remotas sin saber muy bien cómo. Tituló a su primer disco “Aires del Sur” y no quería aclarar si era el sur de España, el sur de América o el sur de Madrid, donde vivía. En cualquier caso un Sur mítico luminoso y alegre, donde la tristeza es parte de la vida, pero se expresa no más allá de unos acordes disonantes e inciertos como una moneda de oro en el aire, siempre balanceada con ritmos sincopados y atenta a que el cuerpo y el alma ocupen el mismo lugar, yendo al unísono.

Se fusionan las músicas y gustan a todos porque apelan a un sustrato común en el que el hombre se reconoce desde tiempo inmemorial, posiblemente en África, la cuna de nuestra especie.

El tráfico de esclavos hacia el nuevo mundo incrustó la música del África negra del Oeste en la expresión sonora de muchos países americanos, combinándola con los ritmos y músicas europeos e incluso indígenas. Y si en Norteamérica esta mezcla dio lugar al jazz, en otros lugares del continente ocurrieron fenómenos similares. Que posteriormente se influenciaran recíprocamente era una tendencia natural e inevitable que combinaba lo mejor de cada cultura apoyada en bases comunes. Así que la influencia de la música cubana fue notable en el jazz desde los albores del
bebop hacia 1945. A su vez los músicos brasileños que crearon la bossa nova habían escuchado la samba negra y el jazz cool de Gerry Mulligan (saxo barítono) entre otros. Pero fue con otro saxofonista, Stan Getz, (judío blanco y saxo tenor ya consagrado que venía de presupuestos estéticos muy alejados de Brasil), con el que cristalizó la fusión y el éxito de la bossa nova se hizo planetario. Aquella grabación de 1963, Getz/Gilberto featuring Antonio Carlos Jobim, debe ser considerada Patrimonio de la Humanidad, y una de esas raras cumbres donde lo popular, lo comercial, lo culto y lo hermoso se unen sin rechinar. Otros jazzmen americanos de gran reputación y muy diferentes escuelas (Coleman Hawkins, Cannonball Adderley, Frank Sinatra, Sarah Vaughan…) siguieron la estela de la bossa nova, hoy por hoy presente en infinidad de repertorios por todo el mundo, formando parte de nuestro acervo cultural compartido.



Pues bien, en Jazz around Brasil pueden ocurrir todas esas mezclas, ¡pero no es bossa nova!
Tenemos en el grupo a un español-catalán-madrileño (y brasileño durante dos años), amigo y aglutinador de grandes proyectos como éste, maestro de ceremonias que se llama
Valentín Iturat, el más latino y fino de nuestros baterías de cabecera. Hay dos músicos brasileños, Giuliano Pereira (saxos y flauta) y Arturo Lledó (guitarra), que sí “lo han mamado” desde niños, un gran pianista uruguayo (Diego Ebbeler) que lo ha absorbido por ósmosis geográfica. Se completa el quinteto con el bajista Carlos Sánchez de Medina, granadino cómplice de mil proyectos, que quizá no haya estado nunca en Brasil, pero que no le hace falta, salvo por hacer turismo.
Todos ellos poseedores de extensos
curriculum cuya consulta es obligada:

Jazz around Brazil
Valentin Iturat
Arturo Lledo
Arturo Lledo
Carles bass
Pepe Towers

No esperemos encontrar la
bossa nova clásica en su música. Hay muchas más cosas. Jazz around Brazil es lo que su nombre indica. Por mucho que hablemos o escribamos sobre música no podremos nunca sustituir su audición. Cuando hablamos de música no es hablar de música, sino around la música, sólo para situarnos. Pero la música hay que vivirla. Hay que escucharla. En silencio. En directo. Naturalmente. Y por suerte.


“El jazz es una música que nace entre los negros que, desde rincones africanos, desembarcaron en las costas de América. Igual que los gitanos procedentes de India que, una vez en al campo andaluz, fundaron el flamenco. Tanto una como otra música son el resultado de un alud de sonoridades, culturas, sentimientos, tonos, modos y timbres. Surge de lo diverso, se hace uno, purifica su esencia y se expande de nuevo. Así el jazz ya es de todos, y desde las calles de Nueva Orleans suena su eco en otros sitios lejanos desde sus ritmos primigenios. Obedeciendo a su primer latido, se transforma y nos invita a unirnos a su son desde cualquier costumbre, idioma o corazón”

José Ramón Ripoll.
Colección jazz RTVE. Tete Montoliú

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